Autoestima: ¿Qué es y cómo se construye?

Qué es la autoestima

Tabla de contenidos

Autoestima VS Autoconcepto

Para poder hablar de autoestima, debemos hablar también de autoconcepto y las diferencias entre estos dos términos.

  • Autoconcepto: autodescripción que hacemos de nosotros mismos en base a una serie de rasgos o características físicas, personales o sociales. No tienen por qué ser verdaderas, pero sirven de guía para ser y comportarse.
  • Autoestima: autoevaluación del contenido del autoconcepto. Es decir, cómo nos percibimos y valoramos a nosotros mismos y los sentimientos que ésta valoración nos cause.

De forma simplificada, podemos decir que el autoconcepto es la descripción que hacemos de nosotros mismos, y la autoestima sería la valoración que hacemos de esa descripción (tanto positiva como negativa). Si valoramos nuestros atributos de forma positiva, la autoestima es alta; mientras que, si lo hacemos de forma negativa, la autoestima es baja.

No obstante, según la psicología, la alta autoestima no es solamente percibirse a sí mismo desde un punto de vista positivo, sino que incluye también todos aquellos aspectos negativos o limitaciones que forman parte de nosotros y los reconocemos como tal. Es decir, una autoestima alta incluye la sana aceptación de lo que se es, asumiendo nuestros pensamientos y conductas, y diferenciando cuando debemos o no intentar cambiarlos para que sean más «funcionales» o «adaptados».

Yo Ideal VS Yo Real

La autoestima también puede ser entendida como la discrepancia entre el yo real (la visión objetiva que tenemos de nosotros mismos) y el yo ideal (aquello que la persona valora o le gustaría ser). Si la diferencia entre el yo real y el yo ideal es baja, hablaríamos de una alta autoestima; mientras que, si la diferencia es grande, hay baja autoestima.

Baja autoestima y alta autoestima

Esto quiere decir que una baja autoestima se da cuando la persona siente que está muy lejos de ser como le gustaría, lo que origina sentimientos de inseguridad, inferioridad, desvalorización e incluso de desprecio por uno mismo. Por el contrario, la alta autoestima tiene lugar cuando la persona se siente satisfecha en cuánto a la percepción de sí misma y considera que hay poca diferencia entre ella y el yo ideal.

En base a esto, podemos pensar que los problemas surgen a raíz de bajos niveles de autoestima, como muchas personas consideran. ¡Pues no! Niveles demasiado altos tampoco son buenos y también conforman un problema de autoestima.

¿Qué es una autoestima sana?

Conviene aclarar que la autoestima más adaptativa y sana no es una autoestima extremadamente alta, sino aquella que se sitúa en un punto medio-alto.

Esto es así porque, como ya hemos visto, las personas con baja autoestima sienten que quedan muy lejos de su yo ideal y, en consecuencia, no sacan fuerzas para iniciar retos y tareas. Por otro lado, las personas con autoestima excesivamente alta pueden llegar a creer que son capaces de conseguirlo todo por ellas mismas y que no necesitan ayuda de nadie, cayendo así en un excesivo narcisismo y mala gestión de la frustración.

En contraste, niveles medio-altos de autoestima nos permiten ser conscientes de nuestras propias fortalezas, pero también de nuestras limitaciones, siendo capaces de hacer autocrítica y adaptarnos mejor a ciertas situaciones.

Pero, ¿cómo logramos esto?; debes saber que la autoestima es algo que se aprende. No nacemos teniendo una autoestima “alta” o “baja”, la forma en que nos describimos y valoramos se aprende de las experiencias con el entorno: de la manera que los demás nos hacen sentir o de lo que nos hacen creer. Así pues, si la autoestima se aprende:

  • Podemos aprender a pensar, sentir y actuar de una manera diferente.
  • Podemos aprender a valorarnos de una manera más ajustada a la realidad.
  • Podemos aprender a mostrarnos seguros/as a la hora de actuar y así, los demás, también percibirán esa imagen de nosotros/as.

Cómo se desarrolla la autoestima: el papel del apego

Se ha estudiado que la autoestima se desarrolla en un contexto interaccional, donde influyen factores internos (creencias, pensamientos automáticos, habilidades sociales…) y externos (cultura, contexto sociocultural, educación, y en especial, los mensajes que recibimos de las personas que nos importan).

Durante la primera infancia, vamos creando una imagen de nosotros/as mismos/as en base a la información que recibimos de las figuras significativas de nuestras vidas (padres, madres, maestros, etc.). Así pues, según esto, el tipo de autoestima va a estar muy relacionado con el tipo de apego que desarrollamos en la infancia.

Según la teoría de apego de John Bowlby, las personas que tengan un apego seguro desarrollarán también una alta autoestima, mientras que las personas con un apego inseguro suelen tener baja autoestima:

Apego y autoestima

La explicación que varias investigaciones dan a esto es que, aquellas figuras que se muestran disponibles, empáticas, y que cubren las necesidades del desarrollo del niño/a, acaban creando un apego seguro. Al transmitirles a los niños/as el mensaje de que son personas válidas, respetables y dignas de ser amadas, van a tener una alta autoestima.

En cambio, los progenitores negligentes o poco sensibles, que crían a sus hijos/as en un ambiente de desprotección y no atienden a sus necesidades, les están dando el mensaje de no ser merecedores del afecto y cariño, llevándoles a desarrollar un apego inseguro y una baja autoestima.

Aunque se ha estudiado que el apego y los primeros años de vida tienen una gran influencia en el desarrollo de la autoestima, no se puede reducir tan solo a ésta explicación ya que, como hemos comentado, la autoestima se forja en un contexto de interacción con los demás, y aquí tienen un gran peso los mensajes que recibimos del entorno: ¿cómo me ven los demás? ¿qué piensan de mí? ¿qué imagen están proyectando sobre mí?

Así pues, las relaciones que vayamos construyendo a lo largo de los años, las diversas situaciones que tengamos que vivir, los diferentes problemas a los que tengamos que hacer frente, nuestro estilo de afrontamiento, nuestra manera de relacionarnos y vincularnos, la información que recibamos de los demás acerca de cómo nos perciben, y multitud de características internas y externas, también van a influir en el desarrollo de la autoestima.

Conclusión

La autoestima no es solo verse bien y quererse a uno mismo, sino que implica aceptar todas las características que nos hacen ser quiénes somos; en identificar y aceptar tanto nuestras fortalezas como limitaciones.

Se ha estudiado su desarrollo desde diferentes teorías como la del apego o desde un contexto interaccional, y lo que sacamos en cierto es que nadie nace teniendo una autoestima «alta o baja», sino que es algo que se va forjando en interacción con los demás. Así pues, a querer y quererse a sí mismo/a, también se aprende.